La vida cotidiana en el período colonial estaba profundamente marcada por las fiestas y ritos religiosos y civiles , los que reforzaban el sistema de creencias, organizaban a la población en torno a grupos identitarios y contribuían a reforzar la ideología oficial de la sociedad colonial. En las fiestas religiosas cada uno de los grupos que conformaban la sociedad colonial cumplía un papel en el espectáculo público, ya sea a través de las ceremonias oficiales, cuya dirección estaba reservada a la elite, o a través del sistema de cofradías, las que identificaban visiblemente a cada uno de los sectores sociales y hacían presente su posición en el conjunto de la sociedad. Las celebraciones públicas por el acceso al trono de un nuevo monarca, el nacimiento de un heredero real o la recepción de las autoridades coloniales llegadas a Chile formaban un segundo conjunto de fiestas, caracterizadas por el despliegue de un aparatoso ritual cívico-religioso orientado a legitimar tanto a las autoridades como a las elites locales, a la vez que reforzaban los soportes ideológicos de la monarquía. Las noticias eran anunciadas a los súbditos de las colonias americanas a través de reales cédulas. La organización y coste de la fiesta estaba a cargo del cabildo y tenían un gran despliegue escénico: obras de teatro, torneos, banquetes con bailes, corridas de toro, etc. Seguían el modelo de España y Perú, sin embgo en Chile eran más precario el presupuesto por las guerras y terremotos.